Comparación de la actitud hacia los microcréditos en diferentes países
Los microcréditos no son solo un producto financiero. Son un reflejo de la realidad económica, el nivel de inclusión financiera, las actitudes culturales y la confianza en el sistema. En algunos países, los microcréditos se perciben como una herramienta de apoyo y desarrollo, mientras que en otros se consideran un signo de pobreza o de falta de conocimientos financieros. La actitud hacia los microcréditos varía mucho de un país a otro, y estas diferencias están relacionadas no solo con el nivel de ingresos, sino también con la mentalidad, las tradiciones, la regulación y el contexto histórico.
En este artículo se compara la actitud hacia los microcréditos en cinco países: España, Alemania, Kenia, India y Estados Unidos, haciendo hincapié en las estadísticas, la cultura, la regulación y la percepción social.
España: entre la responsabilidad social y el estrés financiero
En España, los microcréditos se utilizan activamente como instrumento de integración social. Una característica del mercado español es la fuerte presencia de organizaciones microfinancieras sociales, como MicroBank (La Caixa). Esta organización ha concedido más de 130 000 microcréditos desde 2007, de los cuales alrededor del 35 % se han destinado a inmigrantes y personas en situaciones difíciles. Los tipos de interés son inferiores a los del mercado y el criterio clave no es el ingreso, sino la motivación y el plan de vida.
Culturalmente, en España existe la tradición del apoyo familiar. Muchos prefieren pedir dinero a sus familiares antes que a los bancos. Sin embargo, con el aumento del número de personas mayores solas, jóvenes que viven al día y migrantes, los microcréditos son cada vez más demandados.
Los microcréditos no están estigmatizados en la sociedad, especialmente si se utilizan para poner en marcha un negocio. Pero los préstamos online a corto plazo (a menudo con altos intereses) suscitan recelo. A partir de 2023, el Gobierno ha endurecido la regulación, estableciendo un límite al coste total del crédito (TAE) y prohibiendo la publicidad agresiva.
Alemania: cautela y confianza en el sistema
En Alemania, la actitud hacia los préstamos es, en general, cautelosa. Los alemanes suelen evitar las deudas, especialmente las de consumo. La cultura «Schuldenfrei» (vida sin deudas) está profundamente arraigada. Según una encuesta de ING, más del 60 % de los alemanes considera que pedir un préstamo es un riesgo, no una herramienta.
El mercado de los microcréditos en Alemania es pequeño y está estrictamente regulado. El crédito al consumo crece lentamente. Los microcréditos (normalmente de hasta 1000 euros) se conceden principalmente a través de bancos y plataformas especializadas, como Auxmoney o Comuto.
Una característica especial es su alta transparencia. Todas las condiciones del crédito deben estar claramente indicadas, incluido el coste total. La publicidad de los microcréditos está prohibida por la noche y en contextos que impliquen presión emocional.
Los microcréditos se utilizan con mayor frecuencia para necesidades urgentes, como reparaciones del coche, pago de facturas o servicios médicos. Pero incluso en estos casos, la gente se lo piensa mucho antes de solicitarlos. En Alemania existe una fuerte cultura de planificación presupuestaria, y los microcréditos son más una excepción que la norma.
Sin embargo, para los refugiados y los migrantes, los microcréditos son una herramienta importante. Programas como «Startgeld» de fundaciones benéficas ofrecen préstamos al 0 % para crear una empresa con tutoría obligatoria.
EE. UU.: pragmatismo, rapidez y alto coste
En EE. UU., los microcréditos son un producto masivo. Según uno de los análisis, la situación es la siguiente:
cada día se conceden alrededor de 350 000 microcréditos, especialmente en el segmento de los préstamos hasta el día de pago (payday loans).
La cantidad media oscila entre 500 y 4000 dólares, y el plazo, entre varias semanas y varios meses.
El tipo de interés puede alcanzar el 300-400 % anual.
Los estadounidenses tienen una actitud pragmática hacia los microcréditos. No son un tabú, sino parte de su estrategia financiera. La gente solicita préstamos para gastos de emergencia, facturas médicas, reparaciones, formación o para poner en marcha un pequeño negocio. La cultura financiera en Estados Unidos se centra en la accesibilidad y la rapidez, incluso si ello conlleva un alto coste.
Sin embargo, en los últimos años se ha intensificado la crítica a las empresas de microfinanzas por sus condiciones agresivas, sus comisiones opacas y la presión que ejercen sobre los prestatarios. En respuesta a ello, el Estado está implantando programas de apoyo a las pequeñas empresas a través del SBA Microloan Program, cuyas condiciones son más favorables, con tipos de interés del 8 % al 13 % y plazos de hasta 6 años.
Kenia: los préstamos móviles como norma de vida
En Kenia, los microcréditos no son una alternativa, sino la base del sistema financiero. Según datos del Banco Central del país, más del 70 % de la población adulta utiliza servicios financieros digitales y alrededor del 40 % ha solicitado microcréditos a través de plataformas móviles.
El ejemplo más conocido es M-Shwari, un proyecto conjunto de Safaricom y el Commercial Bank of Africa. A través de una aplicación en el teléfono móvil, el usuario puede obtener un préstamo de entre 50 y 3000 dólares en un minuto. La decisión se toma en función del historial de transacciones, recargas y comportamiento en la red.
En Kenia no existen estereotipos en torno a los microcréditos. Al contrario, son una señal de que la persona está «en el sistema» y tiene acceso a financiación. Los préstamos se utilizan para todo: desde la compra de semillas hasta el pago de la escuela, el alquiler de la vivienda o la asistencia médica.
Sin embargo, también hay riesgos. Según datos del Banco Mundial, alrededor del 15 % de los prestatarios en Kenia tienen dificultades para devolver los préstamos. Algunas plataformas utilizan métodos agresivos de cobro, como bloquear el teléfono o publicar datos en las redes sociales. Esto suscita críticas y requiere regulación.
India: de los préstamos tradicionales a los préstamos digitales
En la India, los microcréditos forman parte de una larga tradición de préstamos informales. Antes, la gente pedía dinero prestado a sus vecinos, a los usureros («sahukars») o a través de redes familiares. Hoy en día, estas prácticas se han sustituido en parte por plataformas digitales.
En las zonas rurales, los microcréditos siguen siendo concedidos por organizaciones microfinancieras como Bandhan Bank o SKS Microfinance. Trabajan con grupos de mujeres, concediendo préstamos para el desarrollo de pequeñas empresas.
Según los aspectos culturales establecidos, en la India la deuda es una obligación seria. Incluso un pequeño préstamo se percibe como una responsabilidad. Sin embargo, en las ciudades está surgiendo una nueva actitud entre los jóvenes: el microcrédito como «dinero fácil» para comprar un smartphone o viajar.
Conclusión
La actitud hacia los microcréditos es un reflejo de la sociedad. Para las empresas internacionales que operan en el ámbito de las microfinanzas, es importante tener en cuenta estas diferencias. Solo la adaptación, la transparencia y el respeto por la mentalidad del cliente permiten que el microcrédito no sea una fuente de riesgo, sino una herramienta de apoyo.