Préstamos para familias jóvenes en España: ¿sensatos o arriesgados?
Formar una familia no es sólo un acontecimiento emocional, sino también una importante responsabilidad financiera. En España, las parejas jóvenes se enfrentan a menudo a la necesidad de fondos adicionales: alquiler, muebles, electrodomésticos, gastos médicos y nacimiento de los hijos. Una forma de cubrir los gastos es pedir un préstamo. Pero, ¿es realmente una medida sensata? ¿Y qué trampas pueden acechar tras un acceso rápido al dinero?
Entendamos qué tipos de préstamos están disponibles para las familias jóvenes en España, cuándo pueden estar justificados y cuándo son potencialmente arriesgados.
Retos financieros para las familias jóvenes en España
Antes de considerar los préstamos, es importante comprender las necesidades y retos financieros típicos a los que se enfrentan las familias jóvenes en España:
Comprar una casa. Incluso con precios relativamente asequibles en algunas regiones, el pago inicial y los costes asociados a la compra de una vivienda pueden ser significativos. Una hipoteca es un compromiso a largo plazo.
Mejoras en el hogar. Comprar muebles, electrodomésticos, reparaciones... todo ello requiere una inversión considerable. Muchas personas empiezan literalmente de cero, sin el apoyo de sus seres queridos ni una carrera bien establecida.
Comprar un coche: en España, como en otros lugares, un coche suele ser una necesidad para facilitar la movilidad, sobre todo si la familia vive fuera de las grandes ciudades o tiene hijos.
Gastos para los niños. Guarderías, colegios, clubes, gastos médicos, ropa... todo ello aumenta el gasto mensual. Las necesidades cotidianas suponen una parte importante del presupuesto.
Adaptación y gastos imprevistos Cuando se trata de una familia emigrante, en un nuevo país siempre existe el riesgo de que surjan gastos imprevistos relacionados con la adaptación, el papeleo o, simplemente, situaciones inesperadas.
Estabilidad de ingresos. Los jóvenes profesionales o las familias expatriadas pueden no tener unos ingresos suficientemente estables o elevados en las etapas iniciales, lo que dificulta el ahorro.
El comienzo de la vida matrimonial suele coincidir con un periodo en el que los cónyuges aún no tienen unos ingresos estables y elevados, préstamos estudiantiles u otras deudas, ni coche o vivienda. En tales circunstancias, existe la tentación de compensar la falta de fondos con dinero prestado. Pero antes de acudir a un banco o a una IMF, es importante entender qué tipo de préstamos existen y cómo se relacionan con las necesidades reales de una familia joven.
¿Qué tipos de préstamos existen en España?
El más común es el préstamo al consumo. Se toma para la compra de muebles, electrodomésticos, reparaciones, servicios médicos. Los tipos oscilan entre el 6% y el 12% anual, que no es tanto en comparación con otros préstamos. Sobre todo porque el plazo puede ser de 1 a 7 años.
Pero no todo el mundo puede solicitarlo, ya que hay ciertos requisitos. Si no los cumple, el préstamo al consumo no será aprobado. En este caso, un microcrédito a corto plazo se convierte en la única solución. Las IMF no son demasiado estrictas con los clientes y aprueban la mayoría de las solicitudes.
Si hay ingresos oficiales estables, las familias se hipotecan. Una parte no desdeñable de la población tiene ese compromiso. Se concede para la compra de bienes inmuebles y es una de las soluciones habituales. En España, es posible hipotecarse con un pago inicial bajo - del 10-20% del coste de la vivienda. Tasas - a partir del 3%, plazo - hasta 30 años. Estas son buenas condiciones para la compra de vivienda.
Otra opción es obtener una tarjeta de crédito. Se emite en un banco, pero el límite puede variar mucho de tamaño. Todo depende de los documentos aportados. Lo bueno es que si la tarjeta de crédito se utiliza con regularidad y se devuelve a tiempo, el límite se revisa y aumenta.
¿Cuándo puede ser sensato un préstamo para una familia joven en España?
Pedir prestado puede ser una decisión que merezca la pena si forma parte de un plan financiero bien pensado. Los jóvenes deben ante todo comprender la responsabilidad y calcular la carga que supone para el presupuesto. Cuáles son los criterios para un préstamo razonable:
La finalidad del préstamo está justificada. Comprar una casa, un coche para el trabajo, invertir en educación, reparaciones vitales. Es una inversión en un futuro financiero más seguro que dará sus frutos a largo plazo.
Ingresos estables y suficientes. La familia tiene unos ingresos regulares y confirmados que le permiten hacer frente cómodamente a los pagos mensuales del préstamo sin comprometer las necesidades básicas. La capacidad de asignar el presupuesto con sensatez no conducirá a una trampa de endeudamiento.
El "colchón de seguridad". Disponer de ahorros para 3-6 meses de gastos básicos que permitan sobrevivir a dificultades financieras inesperadas sin incurrir en impago. El prestatario o alguien de la familia puede enfermar repentinamente, perder un empleo.
Baja carga de deuda. Las cuotas mensuales de todos los préstamos no superan el 30-40% de los ingresos netos de la familia. Este es el máximo que se puede permitir sin retrasar los reembolsos.
Buen historial crediticio. Esto le dará acceso a préstamos bancarios más favorables con tipos bajos. Es importante saber que es muy fácil estropearlo y difícil recuperarlo.
Revisión minuciosa de los términos y condiciones. Antes de firmar el contrato, la familia debe entender perfectamente el T.A.E., todas las comisiones, los recargos por demora y el calendario de pagos. Analizar el contrato, leer la letra pequeña: todo ello marca una gran diferencia.
Se trata de puntos básicos que pueden modificarse y ampliarse en función de la situación concreta. Pero incluso estos factores suelen bastar para que un préstamo esté justificado y sea razonable.
¿Cuándo es extremadamente arriesgado un préstamo para una familia joven en España?
Hay situaciones en las que es mejor evitar la carga de la deuda. Por ejemplo, si el prestatario tiene un trabajo con contratos temporales, empleo estacional o autónomo sin ingresos estables confirmados. O ya existen deudas activas y un nuevo préstamo resultaría agobiante. Y los gastos cotidianos, como las compras en el supermercado, las facturas de los servicios públicos y los juguetes para los niños, no están contemplados. Pueden dar lugar a deudas elevadas que no se justificarán y no se saldarán.
En muchos sentidos, el riesgo está presente cuando el prestatario no presta atención al estudio del contrato. Esto es especialmente cierto en el caso de las IMF sin escrúpulos. Pueden introducir servicios adicionales, penalizaciones excesivas y otros elementos que incrementen los pagos. Ten cuidado y pide un préstamo sólo cuando realmente lo necesites. No para vacaciones y otros excesos, sino para gastos puntuales.